Roma
La primera vez que estuve en Roma me pareció que todo era muy grande, que todo era muy alto. Tenía dieciséis y recuerdo lo justo. La segunda vez fue este enero. Aunque después de los años ya nunca casi nada vuelve a parecernos tan alto ni tan grande, las estatuas permanecen. Y las puestas de sol. Me gustó constatar que ahí están esperando a que vuelvas, a que te entren ganas de quedarte para siempre un rato más otra vez, las grandes ciudades.